Javier Colón | El Periódico de la Energía 27/01/20
Al fin, después de varias propuestas y contrapropuestas, y tras la publicación de prácticamente todas las Circulares que la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) tenía encomendadas, el BOE del pasado 24 de enero de 2020 recoge la Circular 3/2020 por la que se establece la metodología para el cálculo de los peajes de transporte y distribución de electricidad.
El calado de la Circular es enorme, no sólo afecta a todos los agentes del sector, sino a todos los consumidores de energía eléctrica del territorio español, ya que establece cómo se reparte el coste de las redes entre éstos, manteniendo el criterio vigente de hacerlo en función de la potencia y de la energía que se consume. Un esquema idéntico al actual, pero a la vez muy diferente.
Como muestra de las considerables diferencias por fin los peajes se separan de los cargos. Los primeros están destinados a cubrir la retribución de las redes de transporte y distribución y los segundos vendrían a cubrir otros costes del sistema que dependen de la política energética, como el pago del déficit de tarifa y las primas a las renovables, y que estarían definidos por el gobierno en lugar de por la CNMC. Estos cargos todavía no están definidos y, ahora mismo, generan mucha incertidumbre, ya que podrían repartirse entre los consumidores según criterios diferentes a los empleados en la Circular de peajes.
Centrándonos en los peajes, el criterio para establecerlos es la asignación, a cada consumidor, de una categoría de peajes, establecidas fundamentalmente según el nivel de tensión de la red a la que se conectan y excepcionalmente según la potencia que contratan, manteniendo la separación de 30 kV en Alta Tensión que se conoce coloquialmente como el “Euskopeaje”.